¿Es posible tener una empresa rentable, una familia unida y una vida personal plena… sin volverse loco en el intento? ¿vivir en equilibrio?
Cuando hablamos de empresas familiares, hay un tema que tarde o temprano aparece sobre la mesa: el desequilibrio.
La sensación de estar corriendo todo el día. La falta de tiempo. Las conversaciones laborales que se cuelan en la sobremesa del domingo. El cansancio acumulado. El “después lo charlamos” que nunca llega.
Y no estamos hablando de un problema menor. Porque cuando el desequilibrio se vuelve rutina, la familia se desgasta, la empresa lo siente… y la persona se pierde.
¿Qué implica vivir en equilibrio?
Vivir en equilibrio no significa dividir el día en tercios perfectos entre trabajo, familia y ocio. Significa tomar conciencia de que somos una sola persona habitando tres mundos que conviven: el personal, el familiar y el empresarial.
Y en una empresa familiar, estos tres mundos no solo conviven, muchas veces se superponen, se confunden, se pisan. Lo personal se filtra en lo laboral, lo familiar interfiere en las decisiones empresariales, y lo profesional invade los espacios íntimos.
¿Qué pasa cuando no hay equilibrio?
- Una empresa muy sólida, pero una familia rota.
- Una agenda colapsada de reuniones, pero vacía de tiempo de calidad con los hijos.
- Una empresa que crece… y una persona que se desgasta.
¿Cuántos de estos síntomas reconocés en tu propia vida?
- ¿Te cuesta poner un límite entre el rol de padre/madre y el de jefe?
- ¿Terminás hablando de la empresa hasta en las vacaciones?
- ¿Te sentís agotado, como si estuvieras en mil lugares al mismo tiempo?
Si respondiste “sí” a alguna… no estás solo.
La metáfora del prisma: una luz compuesta por colores
Imaginá que tu vida es un rayo de luz blanca. Si pasa por un prisma, se descompone en siete colores.
Cada color representa un aspecto de tu vida: trabajo, familia, salud, ocio, espiritualidad, amigos, descanso.
La luz blanca solo es posible si esos colores están en equilibrio.
¿Qué pasaría si uno de esos colores desaparece? ¿O si ocupa todo el espacio?
Exactamente lo que le pasa a muchas personas que viven para la empresa… y se olvidan de vivir.
¿Por dónde empezar a reequilibrar?
Acá van algunas acciones concretas, simples pero potentes, que pueden ayudarte a ordenar los tres ámbitos:
En la empresa:
- Fijá horarios de trabajo claros (¡y cumplilos!).
- Definí roles específicos para cada miembro de la familia.
- No conviertas la oficina en una extensión del comedor (ni viceversa).
En la familia:
- Reservá tiempo exclusivo para la familia. Sin celulares. Sin mails.
- Contá lo bueno que pasa en la empresa, no solo los problemas.
- Escuchá más allá de lo urgente.
En lo personal:
- Sumá a tu semana actividades que te reconecten con vos: leer, caminar, hacer deporte, meditar.
- Practicá la introspección: ¿Dónde querés estar dentro de 5 años?
- No te olvides de vos. Porque si vos no estás bien, nada lo está del todo.
Profesionalizar para equilibrar
Una de las grandes claves para lograr armonía en la empresa familiar es la profesionalización.
No solo de los procesos, sino también de las relaciones, del uso del tiempo, de las conversaciones.
Tener espacios diferenciados para hablar de los temas de familia y los temas de empresa.
Establecer límites sanos. Y desarrollar habilidades blandas que permitan acompañar desde el amor… pero también desde el orden.
¿Querés profundizar más?
Este artículo forma parte del libro
“Más que negocios. De empresa familiar a familia empresaria”,
un recorrido profundo, práctico y humano por los desafíos cotidianos que enfrentan las empresas familiares.
Porque el verdadero éxito no es solo económico. El verdadero éxito es poder mirar atrás y decir:
- la empresa creció
- la familia siguió unida
- y yo viví una vida que valió la pena