Pensar cuando estamos bien. La tarea del consultor como prevención del conflicto.
El conflicto son parte constitutiva de nuestra vida. No existe una sola persona en todo el mundo que no haya tenido o tenga algún tipo de conflicto. A veces serán conflictos internos: querría hacer tal o cual cosa y no puedo, o no logro. Quisiera mudarme, cambiar de auto, adelgazar, dejar de fumar, dedicarle más tiempo al ocio, estudiar, etc.
Otras veces serán conflictos con otros. Diferencias domésticas, o con algún familiar, en el lugar de trabajo, en el grupo de amigos… ¿Podemos escapar del conflicto?
El otro que no es yo
Decía anteriormente que es imposible vivir una vida sin tener conflictos. Todos somos distintos y miramos el mundo desde realidades diferentes. Muchas veces coincidimos en mayor o menor medida en la manera que otras personas ven el mundo y con ellas es más simple relacionarnos. El desafío se presenta cuando en alguno de los ambientes que frecuentamos nos encontramos con personas que tienen una manera muy diferente a la propia.
A medida que vamos creciendo en edad, vamos construyendo nuestra propia manera de ver la realidad. Esta se verá influenciada por un sinnúmero de factores: ciudad donde vivo, tipo de familia, estado civil, educación, trabajo, hobbies, amistades, barrio, gustos personales, experiencias vividas, etc. Como todos vivimos cosas diferentes (o al menos las vivenciamos diferente) es que los conflictos pueden estar a la orden del día.
Realidad en las empresas familiares
Cuando nacemos en una misma familia, lo más probable es que compartamos muchas cosas. Los valores, por ejemplo. Pero no necesariamente compartiremos absolutamente todo. Yo soy el mayor de cuatro hermanos. Hemos sido educados por los mismos padres, vivido en las mismas casas y recibido la misma educación. Pero sin dudas somos cuatro personas muy diferentes, que tenemos algunos puntos de vista que coinciden y otros que no. Que nos gustan diferentes cosas y que encaramos la vida con diferentes prioridades. Si trabajáramos juntos, habría muchas cosas en las que pienso deberíamos ponernos de acuerdo.
Muchas veces se supone que cuando estos miembros de la familia comienzan a trabajar en la empresa familiar van a pensar igual. O que todos tienen la misma expectativa de su trabajo. Incluso se asume que todos comparten el hacia dónde debe caminar la organización familiar. Pero si no se ha conversado al respecto, ¿es tan así?
Pensar cuando estamos bien
Si yo les diera la posibilidad de pensar diferentes escenarios y distintas alternativas para esos escenarios a fin de estar preparados, ¿no quisieran invertir tiempo para esta tarea? ¿o preferirían esperar a que llegue la situación “y ahí vemos que hacemos”?
Las empresas aéreas suelen tener una carpeta con diferentes comunicados oficiales para hacer frente a distintas situaciones que pueden ocurrirles. En el infortunado caso de un accidente aéreo, por ejemplo, es tal la presión y el estrés del momento que no es un tiempo para pensar con tranquilidad. Y, por lo tanto, las decisiones que se tomen pueden no ser las mejores.
Si la familia y la empresa se encuentran en condiciones de relativa tranquilidad, ¿no sería inteligente invertir tiempo en esas cosas que luego pueden ser causal de conflictos? ¿Para qué esperar a que estallen?
Algunos ejemplos de temas que pueden comenzar a conversar:
- ¿Se aceptarán parientes políticos en la empresa?
- Edad jubilatoria para los familiares
- ¿Cómo asegurar una jubilación justa para aquellos que dejan la gestión en la empresa?
- Condiciones para el ingreso de descendientes.
- Uso de bienes en común
- Pautas sobre la retribución a familiares que trabajan en la empresa
- Política de distribución de dividendos y de inversiones.
- Formación de un fondo para familiares en necesidad o para el apoyo de nuevos emprendimientos.
Como ven, temas que normalmente no se enfrentan hasta que llega el momento. Y a veces, estos temas generan conflictos que podrían haberse evitado si se hubiesen tenido las conversaciones con anterioridad.
El consultor preventivo
Es por ello que recomendamos no esperar a que estallen los conflictos para comenzar a tener conversaciones donde puedan plantearse todas estas cuestiones. La presencia de un consultor externo muchas veces ayuda a clarificar, a iluminar ciertos matices que suelen estar solapados, a mirar técnicamente las situaciones y ayuda, sobre todo, a mantener un clima de confianza y respeto mutuo.
El consultor es una persona que ofrece instrumentos, no soluciones. Las soluciones nacerán de las conversaciones que esa familia tenga y serán tan únicas como lo es esa familia. Para esto no hay recetas mágicas, sino la invitación a comenzar un proceso de diálogo y co-construcción entre todos los miembros de la familia.
Te invito a hacer la prueba. ¡Es un camino fantástico!
1 thought on “Pensar cuando estamos bien para no llegar al conflicto.”