Morir de éxito
Cuando leí este título en el libro de un gran colega me encantó. Se trata del libro “Pecados de empresa familiar” de Ricard Agustín Ripoll, y me gustó porque es muy real. A veces es muy difícil trabajar con empresarios exitosos porque, como les ha ido muy bien, no ven la necesidad de hacer cambios. Y esto atenta en forma directa con el futuro de la organización.
Estoy seguro de que muchos de ustedes conocen alguna empresa que en su momento haya sido muy exitosa y que hoy no existe más. Verdaderos imperios que, metafóricamente hablando, desaparecieron de la noche a la mañana. Un ejemplo: Blackberry, la empresa pionera de los teléfonos inteligentes. No hace muchos años lideraba el mercado. Era una empresa que crecía y ganaba muchísimo dinero. Pero ese éxito no lo dejó ver que estaban naciendo productos similares de Apple (el Iphone) y Google (sistema Android), que incorporaban algunas características novedosas. Cuando los directivos de Blackberry se dieron cuenta ya era demasiado tarde. Como será que los jóvenes de hoy probablemente ni siquiera sepan que significa “haber tenido un Blackberry”.
Es un verdadero desafío pensar en qué se debe cambiar cuando las cosas salen bien. Según la Real Academia Española, “cambiar” significa dejar una cosa o situación para tomar otra. Y es justamente eso lo que asusta o frena: ¿porqué debo dejar de hacer esto que a la gente le gusta y me compra? Suena algo loco, ¿no? Quizás no ayuda el tipo de pregunta que nos hacemos, o mejor dicho el verbo que usamos: cambiar.
Imaginemos una persona que hace 30 años empezó en el patio de su casa con un pequeño torno a fabricar piezas de repuesto para maquinaria agrícola. Fruto de su dedicación y de una excelente habilidad comercial van progresando y al poco tiempo ya alquilan un local a metros de su casa para poner un taller con algunas herramientas más y con un par de empleados en producción. Los años siguen pasando y ya el local se convierte en una nave de 300 metros cuadrados, con unos 20 empleados.
Los chicos ya son grandes y han terminado la universidad. Todos están involucrados de una manera u otra en la empresa familiar y traen nuevas ideas. Lamentablemente, se encuentran con una pared. La del “¿por qué cambiar si hasta ahora nos ha ido bien así?”.
La vida evoluciona. Todo cambia. Si miramos en retrospectiva, hay muchas cosas que hoy nos parecen naturales y esenciales que hace 10 o 15 años no existían si quiera. Hagan la prueba. Yo les tiro sólo un nombre: Whatsapp.
Hay que tener en cuenta de que lo que cambia son los productos, pero no necesariamente las necesidades. Siempre tuvimos necesidad de comunicarnos, y antes de que llegara Whatsapp lo hacíamos de diferente manera. Lo mismo podría decir de nuestro empresario ejemplo: una máquina agrícola hoy se asemeja más a una computadora gigante que a otra cosa. Si la empresa no es capaz de hacer un salto tecnológico y adaptar sus productos o servicios a la evolución de la tecnología, no será capaz de continuar en el tiempo. El verbo a utilizar entonces no es cambiar, sino adaptar.
Es por ello que se vuelve fundamental estar siempre atento, evaluando cómo la realidad se va modificando y adaptándose en consecuencia.
¿Qué se puede hacer entonces?
- Hacer un esfuerzo profundo para que la innovación sea parte de la cultura de la empresa. Dedicar tiempo y recursos a ello.
- Crear espacios de creatividad, invitando a diferentes actores del ámbito de la empresa. Si fuera posible, incluir clientes y proveedores.
- Salir y conocer otras experiencias. Viajar es siempre una excelente manera de aprender. Luego, volviendo, tratar de adaptar lo visto a la realidad de la empresa y del entorno.
- El trabajo intergeneracional es fundamental. Como ya hemos dicho en otras ocasiones, la experiencia y la innovación deben ir de la mano.
Termino con una frase de Steve Jobs, gran innovador: “Cuando se innova, se corre el riesgo de cometer errores. Es mejor admitirlo rápidamente y continuar con otra innovación”.
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