El cambio de agenda del fundador
El momento de hacer un paso al costado es complejo. No tiene una única causa, sino que son varias cuestiones que influyen al mismo tiempo. Si bien es una etapa vital que todos sabemos que llegará, en ese momento algo nos impide verlo. ¿Cómo hacer para que un fundador o fundadora viva la transición de la empresa familiar a las nuevas generaciones como algo natural y placentero? ¿Hay alguna fórmula mágica para lograrlo? Si, la misma fórmula de siempre: comunicación, paciencia, respeto, planificación y empatía.
Reconocer el momento
Una pregunta habitual es hasta cuándo es conveniente que una persona esté al frente de las operaciones de una empresa. Suponiendo que esa persona tiene las habilidades para llevarla adelante en ese particular momento de la historia, la otra variable a considerar es la edad. En general, yo recomiendo que la dirección de las operaciones de la empresa esté en manos de una persona de no más de 65 años. Al cumplir esta edad, podría seguir colaborando en los ámbitos de decisión estratégicos de la empresa. Al llegar a los 75 sugiero que se jubile de las actividades en la empresa.
Poner un límite siempre es un problema, pero es una forma de poner un corte elegante. ¿Cómo se hace cuando éstos no están delimitados para que se produzca el cambio de mando? ¿Cuándo sería el momento de empezar a trabajar la transición que, por otro lado, no lleva menos de 5 años?
Veamos un ejemplo parecido
Lo voy a comparar con otra cuestión común de ver, así quizás resulta más simple de entender la importancia de poner una edad límite. ¿Hasta qué edad es seguro que alguien maneje? La legislación va poniendo condiciones cada vez más estrictas a medida que se avanza en edad, hasta llegar un momento que directamente lo prohíbe. Sin embargo, es común escuchar a una persona de XX edad que dice “no entiendo porqué debo renovar el carnet a cada rato, si yo todavía manejo bien”. Aunque él no quiera aceptarlo, sus reflejos y vista son cada vez lentos y menores, lo que va incrementando el riesgo de manejar para esa persona y para terceros.
La empresa no es un auto. ¡Es peor! En el sentido que las variables son muchísimas y el ritmo del mercado suele ser cada vez más frenético. Es por ello que se debe contar con una persona de rápidos reflejos, mente “fresca” y capacitada para ese particular momento socio-cultural.
Dos casos reales
Les cuento dos casos de familias con las que tuve que trabajar.
- Fundador con 75 años cumplidos. Al frente de una gran empresa productora, referente en su ciudad. Ningún hijo trabaja en la empresa. Si bien todos han hecho el intento, es imposible trabajar con él. Toma las decisiones solo; no explica razones; maltrata a todos; no da espacio a que nadie opine y tampoco comparte hacia donde lleva a la empresa. Los hijos decidieron que cuando este fundador ya no esté, verán si aún se puede salvar algo.
- Fundador con 75 años cumplidos. Hace ya un tiempo que trabaja con uno de los hijos. Hablar de “dejar la empresa” era un tema casi tabú. Luego de un período de acompañamiento, logramos encarar el tema. Algunos miedos iniciales se fueron diluyendo al poder hablarlos y al constatar que quien podía sucederlo tenía todas las condiciones para hacerlo. Además, justo salió la posibilidad de un nuevo negocio totalmente diferente al de la empresa creada. Ahora está muy entusiasmado con esa idea nueva por desarrollar.
Dos casos en las antípodas. Ambos los mismos miedos, pero una actitud diametralmente opuesta.
Algunas ideas para ayudar a la transición
- Fijar en la familia una edad límite para desempeñar actividades operativas y otra para participar de ámbitos decisionales estratégicos.
- Comenzar con la transición al menos cinco años antes de que se cumpla esa edad límite.
- Asegurarse de que la persona reúna todas las características que el puesto requiere. Para ello, es indispensable un profundo análisis FODA (Fortalezas, Oportunidades, Debilidades y Amenazas).
- De ser posible, buscar alguna otra actividad que entusiasme al que pronto se jubilará. No necesariamente debe ser empresarial. Puede ser de voluntariado, algún hobbie, viajar, etc. ¿Qué es lo que siempre quiso hacer, pero no tenía ni tiempo ni dinero para hacerlo?
Ojalá que todos puedan hacer la experiencia de vivir esta transición como un momento de gozo y alegría, tanto para la familia como para la empresa.