Existe algo de confusión cuando se habla de profesionalización. Muchos creen que profesionalización es sinónimo de estudiar o de contratar gente con largos curriculums. Y no es precisamente así…
Profesionalizar una empresa es dotarla de herramientas técnicas para que las decisiones puedan tomarse no sólo por intuición, sino basados en análisis profundos y oportunos. Cuando una empresa comienza, es natural y esperable que toda la energía se destine a hacerla crecer. Pero a medida que pasan los años, se hace imprescindible la implementación de procesos y sistemas de información para la toma de decisiones.
En nuestra experiencia profesional, este es un punto muy sensible. En el 95% de los casos en los que hemos trabajado, hemos encontrado empresas que no saben cuánto ganan o cuánto facturan; tampoco conocen sus estructuras de costos; no tienen en claro cuáles procesos agregan valor y cuáles están siendo generadores de costos ocultos; no están claros los roles y funciones, o lo que es peor, se confunden; se mezcla el dinero del dueño con el de la empresa.
Un desarrollo profesional de la estructura de la empresa implica trabajar en los siguientes aspectos:
- Institucionalización: adecuado funcionamiento de los órganos de gobierno de la empresa, como el Directorio por ejemplo en el caso de las sociedades anónimas. Que sean verdaderos lugares para analizar las diferentes estrategias del negocio y no un simple requisito legal cumplido.
- Prácticas de gestión: procedimientos claros y roles bien definidos ayudan a alcanzar una eficiencia operativa. En este punto también es importante evaluar el sistema de información con que cuenta la empresa y en qué grado lo están aprovechando.
- Comunicación: aprender a gestionar las diferencias y conflictos es otro aspecto relevante. Saber conversar sin agredir y ser claros a la hora de comunicarnos con los demás, sean empleados, compañeros o clientes.
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